Donde hoy se encuentra la ciudad de Posadas hace cuatro siglos se asentaban las aldeas de TERAPUA, AÑAPECE Y ÑAMANDÚ, tres mburubichas guaraníes que vivian aquí con sus extensas familias. Un día de 1614 vieron llegar a fuerza de remos a Roque González de Santa cruz, un religioso criollo que, para su sorpresa hablaba perfecto guaraní, le increparon, le cuestionaron ¿cómo se atrevía a venir adonde nunca antes había puesto pie español alguno? Le intimaron a que volviera por donde había venido, pero él les dijo que no venía a eso, sino “a mostrarles el camino al cielo”. Al poco tiempo Roque tenía una choza entre ellos junto a la laguna y les propuso levantar aquí una cruz y ellos con todo y ser infieles lo ayudaron. Partió entonces Roque a pedir autorización al Gobernador del Río de la plata para fundar aquí una reducción, pocos meses después regresó munido de una licencia que autorizaba la creación del poblado en este sitio. Aquel es el primer y único instrumento legal, oficial, emitido por una autoridad civil, que en nombre del rey ordena la FUNDACIÓN de un poblado en este territorio, lo que se realizó el 25 de marzo de 1615.
Estos hechos son el inicio de la historia escrita de Misiones. Es el puño y letra de Roque Gonzalez el que nos trae las primeras noticias escritas que dan cuenta de lo sucedido en este sitio hace ya cuatro siglos, cuando se fundara la primera misión en lo que luego será conocido como Misiones, justamente por la abundancia de poblaciones de este tipo.
La primera misión de misiones fue erigida en lo que hoy es nuestro territorio municipal. Así comenzó misiones, con la pacífica y abnegada predisposición civilizadora y evangelizadora de Roque González y la buena voluntad de los guaraníes que lo recibieron.
A fines de ese año de 1615 llegó aquí, el gobernador del río de la plata Hernando Arias Saavedra o “Hernandarias” y se asombró de todo lo que los religiosos habían logrado en tan poco tiempo entre los naturales. Nombró capitán al cacique principal Terapuá, quien luego, al bautizarse, adoptó el nombre cristiano de Hernando.
Está en un puesto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podría pintar mejor, porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes, está en un alto sobre el río que tiene allí como media legua de ancho y hace una grande ensenada que parece mar por cuya angosta boca vemos venir las canoas del río arriba.
Escribía Pedro de Oñate en 1619, al visitar la reducción, el primer pueblo en la margen izquierda del Paraná aquí en el Itapúa, que era un lugar y no un cacique, este sitio debe su nombre a la curva que hace el río y al alto peñón de afloramiento basáltico que aún hoy puede verse nuestra costanera. Traducido sería punta, en tanto saliente que visto desde el río se adentra en él, es decir, un cabo o península que es además de terreno notoriamente pedregoso. Una punta de piedra.
El asentamiento principal de esta reducción o misión se trasladó entre 1620 y 1621 a la margen derecha del río, pero esto para nada significó el abandono o despoblamiento del territorio sino solo un cambio en la modalidad de ocupación, la punta fue aprovechada como rinconada y pronto se convirtió en la primera Estancia jesuítica. Aquí llegaron ganados comprados en Santa Fe y de aquí se distribuyeron a otros pueblos que lo necesitaban como, por ejemplo, Corpus que en 1627 llevó de aquí 100 vacas de la “vaquería San Antonio” existente entonces a orillas del arroyo Zaimán.
En 1629 al puesto ganadero, se le suma la designación de “Puerto de Santa Cruz”, así lo bautizó el provincial Trujillo en honor a Roque González de Santa Cruz y también por ser este el primer lugar sobre el Paraná donde se levantara la cruz cristiana. La carta anua de 1632 ya se refiere a este sitio claramente como "estancia o majada".
En 1647 Jacinto Lariz, gobernador del río de la plata, llegó aquí y encontró en esta costa que hoy ocupa Posadas, a 90 familias refugiadas provenientes del pueblo de Santa Teresa del Tape, migradas por la invasión de bandeirantes a su pueblo.
En los albores de la Guerra Guaranítica en 1753, del tape, también vinieron los del pueblo de San Lorenzo y dan cuenta de la existencia de una estancia en este territorio, donde había incluso españoles que venían a proveerse de ganado, Cardiel narra cómo los sanlorencinos permanecieron en la estancia de esta “banda” del río a la espera de ayuda para defender su pueblo.
La actividad Ganadera aquí arraigada, prosiguió hasta la expulsión de los jesuitas, en 1768 fueron inventariados aquí más de 40.200 cabezas de ganado vacuno, “en tres rodeos”. 1.500 caballos, 4.500 Yeguas y mulas “en tres puestos”, 900 burros y 5.400 Ovejas. Hoy día cuesta imaginarlo pero Posadas fue una gran estancia.
Lo más probable es que esta actividad ganadera se haya extendido durante la administración colonial, pues suministraba alimentos y bienes comercializables al pueblo. Tal vez la estancia se disolvió recién durante las reformas del virrey Avilés en 1803 cuando se enajenaron las propiedades comunes, dentro de las que se encontraban las estancias.
(Hasta aqui alcanza el libro "La estancia grande de Itapúa" que a su vez pertenece a una ivestigacion más grande cuyo periodo temporal observado va desde 1614 hasta 1870, de la que este trabajo es la segunda parte)
A 1810 Belgrano, en su paso por aquí escribió que en este sitio “tenían los paraguayos toda o la mayor parte de las fuerzas que debían impedirles el paso ... y el depósito de las canoas” por lo que evitó este paso y prefirió el de Candelaria.
En 1820 comenzó, como ensayo, el tráfico comercial que traía mercancías desde la costa atlántica a San Borja y llegaba hasta aquí vía terrestre para abastecer a todo el Paraguay.
En 1834 se inició la reconstrucción de parte de los muros que separaban los puestos, corrales, brete y tajamar de la antigua estancia donde entonces se instaló un puesto aduanero y militar.
A esa muralla se le adjuntó un canal de desagüe que los paraguayos excavaron para que el agua de lluvia, que corría con fuerza por la pendiente no afectara los cimientos del muro, por eso una acequia bordeaba el cercado de piedras, para evitar que la erosión provocará desmoronamientos.
Cuando los uruguayos y los brasileros llegaron aquí, en el marco de la guerra de la triple alianza, vieron ese muro de piedra precedido por un foso y le dieron una interpretación militar, era para ellos la “trinchera de los paraguayos”, una vez desalojados estos, el lugar pasó a llamarse Trincheras de San José.
La guerra se había extendido hasta 1870 y la ocupación de fuerzas militares se dilató igualmente, a esas fuerzas acompañaban comerciantes proveedores del ejército, conocidos también como “vivanderos”, durante su estadía en el sitio sus carretas se fueron transformando en casas y estas en locales comerciales.
Terminada la guerra, estos entendieron la ventajosa posición de “Trincheras”, como puerto, cruce de caminos, paso indispensable para el floreciente comercio y pidieron ordenamiento el territorial e institucional del poblado
La mensura fue practicada en 1871 por Francisco Lezcano, quien delimitó los solares, chacras y plazas de la moderna Posadas, un año después Lezcano fue elegido primer presidente del concejo municipal, el más antiguo órgano de gobierno con continuidad hasta nuestros días.
En 1882 después de creado el territorio nacional de Misiones, los integrantes del concejo municipal fueron quienes recibieron a Rudecindo Roca, su primer gobernador.
De este modo, la humilde Punta Pedregosa, donde tenían sus ranchos Terapua Añapese y Ñamandú, se convirtió en la sede del gobierno provincial y es, hasta hoy día, la convergencia de caminos entre naciones y pueblos, el puerto y paso de próspero comercio, donde se escucha con naturalidad el portuñol y el guarañol, donde la yerba se usa indistintamente para el mate o el tereré, donde sus habitantes pueden compartir ancestros europeos y guaraníes en el mismo árbol genealógico y su patrimonio cultural y genético se ve muy enriquecido por ello, donde los que habitamos esta punta de macizo basáltico a la vera del río, vivimos con la esperanza de consolidar, en este rincón “tan ameno y deleitable” la tan anhelada “tierra sin mal” prometida por “Tupá” a nuestros antepasados.
[discurso pronunciado por Julio Cantero en el acto conmemorativo de los 408 años de la fundacion de la reduccion que diera origen a Posadas]