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La Estancia Grande de Itapúa

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balbino brañasBalbino Brañas pasó su infancia y juventud en la Posadas de inicios de siglo XX, cuando adulto sentía que sus recuerdos de entonces se habían disuelto en el pasado y estaban siendo ocultados a paso firme por el progreso, aquella plaza 9 de julio “florida” y de tierra se estaba cubriendo de pisos baldosas,  las calles polvorientas por las que supo correr de niño se habían “empetrolado” según la denominación que en la época se le daba al asfalto, el viejo camino a cuyos lados muchos posadeños tenían sus “chacras” que siempre  había sido conocido como “la picada” pasó a llamarse “Avenida Centenario”, las diligencias habían desaparecido remplazadas por el estruendo de las locomotoras del tren;  y así muchas circunstancias de su “tierra en el recuerdo” daban lugar a otras realidades mas citadinas y menos pueblerinas.

Es así que Balbino Brañas se propone rescatar vivencias de una Posadas que poco a poco dejaba de existir, escribe entonces una serie de relatos de lo más significativos que sus recuerdos le permiten revivir y nos deja relatos que ya solo vivirán en las letras.

Uno de los personajes folklóricos de los posadeños que encontraba el punto de extinción en 1927 era el aguatero, en ese año OSN (Obras Sanitarias de la Nación) ponía en funcionamiento el servicio de agua potable en lo que hoy es el micro-centro posadeño. Eran un signo de progreso y bienestar y los posadeños estaban entusiasmados con los beneficios del “agua corriente” en sus casas. Pero ese estado de ánimo positivo se vino abajo cuando comenzaron a llegar las primeras boletas,  así lo cuenta Don Balbino Brañas:

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Tras conocerse  “la tasa promedio que Obras Sanitarias de la Nación había resuelto aplicar. Del desconcierto se pasó a la indignación, y de la indignación a un estado de insurgencia resuelto […] las tarifas fueron consideradas confiscatorias”.

“El vecindario se sublevó y en un acto tumultuario, eligió a la comisión popular que habría de representarlo” se escribieron “solicitadas en los diarios, telegramas y notas cursadas al gobierno y al Congreso de la Nación” mientras tanto “Obras Sanitarias se mantenía en la más recalcitrante negativa y la población aumentaba su campaña de resistencia […] era imperioso ganar la batalla empeñada  contra una repartición oficial fría e insensible”

“los meses fueron pasando y la deuda de los usuario crecía sin piedad, la consigna de no pagar los servicios se cumplía estrictamente.

"Obras Sanitarias se dispuso a iniciar actuaciones judiciales" por su parte el pueblo organizado envía delegados a la capital “se entrevistaron con el presidente Yrigoyen [en 1928] a destacados funcionarios,  diputados y senadores. Retornaron con la impresión de que todo se arreglaría” pero poco tiempo después el organismo estatal enviaba apoderado para emprender acciones legales contra los deudores.

“los diques de la tolerancia se rompieron”. El pueblo que había sido convocado a la plaza exaltado de indignación se dirigió a “las oficinas de Obras Sanitarias [y los vecinos] comenzaron a prenderle fuego [… y] romper las aberturas”, luego la manifestación se dirigió al Juzgado donde exigieron al juez “no diese curso a las ejecuciones dispuestas”.

Pero la rebelión contra las altas tarifas no quedó allí, el pueblo posadeño de entonces operó todo tipo de resistencia hacia esta institución que pretendía expropiarle su recurso y vendérselo a precio disparatado.

La noche que el apoderado de Obras Sanitarias de la Nación bajó del tren “una sincronizada rechifla lo recibió mientras los adjetivos –de grueso calibre– caían sobre el […] obeso funcionario [este] solicitó changador para que le portase las valijas pero los mismos ignoraron el pedido. Portando sus bultos, cruzó el andén y requirió vehículo, los choferes y cocheros le respondieron con agresivas risotadas. Nadie estaba dispuesto a trasladarlo al centro de la ciudad. Entonces con evidente esfuerzo, repechó la calle Córdoba y empezó a deambular  de hotel en hotel, de pensión en pensión. Todo el mundo se negaba a darle albergue. Ya de madrugada [un vecino] le dio hospitalidad en su casa”.

Al día siguiente en el juzgado “los empleados no lo atendieron y el publico lo hacía objeto de burlas, si concurría a algún comercio a hacer compras nadie lo escuchaba, si intentaba adquirir entradas al cine, el boletero no se las vendía […] la falta de colaboración en las oficinas públicas y tribunales  le impedía cumplir su cometido. Esa resistencia fue la clave del triunfo”.

Fue así que el apoderado “volvió a la capital” comunicó lo sucedido y “obras sanitarias comprendió su error y entró en tratativas, modificó las tarifas a un nivel razonable y retiró sus demandas”.

En otra ocasión, allá por principios de los años 1930, también cuenta don Balbino Brañas, desde la presidencia del Concejo Deliberante de la ciudad partía la iniciativa de privatizar la usina eléctrica de la ciudad y “el vecindario comenzaba a intranquilizarse porque consideraba que se estaba urdiendo un negociado” desde los medios de prensa escrita se difundió la noticia y ello desembocó en una asamblea popular en el cine español donde los ánimos se caldearon mientras tanto los “tramites de la venta del bien comunitario proseguían aceleradamente” y hasta se conocía quien sería el comprador “la Compañía Hispano Argentina de Electricidad” .

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“la comisión popular realizó gestiones ante los poderes públicos, realizó denuncias en los tribunales y realizo caldeados actos” pero nada parecía detener la intención de privatizar el usina generadora de energía de la ciudad, se supo que representantes de la compañía interesada en la adquisición viajarían a Posadas para concretar su negocio.

“el vecindario se lanzo a las calles y tuvo repetidos choques con los [militantes] del [presidente del consejo de deliberante, impulsor de la venta]. Tiros, pedradas, corridas quebraron la monótona quietud de ciudad”

Cuando los “representantes llegaron se alojaron en el Palace Hotel (el Savoy) y el contrato fue suscrito. La comisión popular movilizó sus huestes y las llevó hasta el citado alojamiento donde amenazantes gritos y una lluvia de toda clase de objetos atemorizo a los visitantes que solo con la ayuda de la policía pudieron salir del hotel para eludir al pueblo” no quedo todo así, para nada, la muchedumbre embravecida se dirigió a la céntrica casa del político que auspiciaba la tendencia a privatizar el bien público y “se repitió allí las escenas registradas en el Palace [hotel]” se llegó a tal punto que el dueño de casa en cuestión empuñó un arma de fuego para repeler a la turba enfurecida, el hostigamiento no cesó hasta que “se hizo presente el comisario […] al frente de un nutrido grupo de agentes”

Fue tal el escándalo en Posadas por esos días que la noticia transcendió al ámbito nacional y el ejecutivo designo un interventor en el municipio, al final el comisionado “decidió no entregar los bienes enajenados”

Como estos hechos muchos otros como las huelgas de los empleados navieros, la de los aserraderos, y tantos otros gremios que hacían valer sus derechos sin temor ni vergüenzas.

Así como las reminiscencias de Balbino Brañas quedaron en el Pasado, el ser del Posadeño aguerrido, luchador,  inclaudicable, parece también haber quedado en el recuerdo o en el olvido. Hoy día azotan a los posadeños con tarifazos, la compañía eléctrica, las o la empresa de transporte público,  la privatizada empresa de aguas, sin que por ello los posadeños hagan notar su disconformidad siquiera en el voto.  Son sonados los negociados con la obra pública o la apropiación de bienes públicos o su enajenamiento a favor de amigos o socios del poder político, y la sociedad mira imperturbable como son avasallados los derechos de los ciudadanos, la iniciativa pronta al reclamo no existe, lo que antes hubiera despertado indignación y solicitud de justicia, hoy es tolerado como habitual, los posadeños hemos naturalizado el despotismo.

Existen por su puesto honrosas excepciones, como el caso de movimiento encabezado hace unos años por el difunto obispo Piña, español y no posadeño por cierto. O el caso de los tareferos, ya sea los de histórico “tranctorazo” de los primeros años del 2000 o los más recientes, tampoco posadeños sino de distintos puntos del interior provincial y los docentes del MPL (Movimiento Pedagógico de Liberación) que saben defender mejor que varios gremios citadinos, sus derechos a salarios dignos y reglas clara y equitativas a la hora de acceder a cargos docentes y ascensos, este movimiento también está compuesto en su mayoría por docentes del interior.

¿Será que el posadeño se a resignado a vivir en la degradación de su ser ciudadano?

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