Dificultades de marineros en 1924

En diciembre de 1924 los pasajeros de la lancha “Elvirita” que viajaban de Pto. Cazador, San Ignacio, a Posadas fueron sorprendidos al acercarse a una canoa que navegaba con la corriente, su único pasajero era un enorme Yaguareté de dimensiones antes nunca vistas, que tomó por sorpresa a todos y despertó mucho alboroto entre los pasajeros de la lancha que de inmediato pidieron a gritos a su piloto “Oscar Quincoses” que se alejada de la canoa a la deriva, pero este avezado hombre de río notó además la presencia de tres personas que nadaban desde la canoa hacia su lancha y optó por esperar a recogerlas. Esta escena que recuerda la trama de la película "la vida de pi", no es ficción literaria o cinematográfica, se trata de una anécdota verídica contada por Julio César Sánchez Ratti e incluida en el famoso libro de geografía de Misiones de josé Antonio Margalot:
“Las cosas pasaron así: el Paraná estaba muy crecido y transportaba entonces gran cantidad de palos, ramas, arboles enteros, troncos, camalotes. Aquella tarde de verano del 24, los tres marineros del destacamento de la Prefectura Marítima de Santa Ana estaba contemplando las agus en creciente, cuando observaron que en un gran “embalsado”, una suerte de isla flotante formada con esos palos y otras cosas, que derivaba con la corriente, iba un “bicho”, un animal. Cosa bastante común en creciente y en esa época. Creyeron que podría ser un gran carpincho, aunque sin descartar, la posibilidad que se tratase de un anta, un jabalí incluso y hasta un venado. El cas es que, saltando a una canoa, “meta remo” se dirigieron a su encuentro. Seguramente el animal los vio, porque se agachó escondiéndose entre los palos. Entonces los marineros apuraron la marcha, embicando la embarcación contra el embalsado. Y aquí se produjo lo insólito: el presunto carpincho resultó ser un inmenso y decidido tigre que irguiéndose en toda su estatura se lanzó sin vacilar sobre la canoa. Dándole un zarpazo para arrimarla, en un solo y ágil movimiento saltó a su interior. Los marineros, totalmente sorprendidos, recurrieron a lo único que les quedaba: echarse al agua. […] se zambulleron en el Paraná.
Pero con el río crecido no se juega y, vestidos como estaban, la cosa era más seria. Por lo que quietitos y disimulados, se prendieron a la canoa. Uno de popa otro de proa y el tercero a un costado, tomándose de un reborde. Y así, lentamente la embarcación derivando con su extraña carga.
Cuando ya estaban sobre la “corredera” de Santa Ana, apareció la “Elvirita” la rápida lancha de los hnos. Jacobsen, que en ese entonces hacía el servició de pasajeros desde Posadas a Puerto cazador. [… afortunadamente para los marineros al ver la canoa el piloto] desvió la “Elvirita” para pasar en su cercanía. Fue entonces que los marineros, largándose de su precario sostén, nadaron hacia ella. Una vez recogidos y pese a la oposición de los pasajeros, que no querían saber de aventuras con un tigre, y menos de un yaguareté tan grande como el que estaban viendo, [su piloto] “Oscar Quincoses” arrimó la lancha y con su wínchester 44 abatió al felino de un certero disparo. Conducido a Posadas fue expuesto en la subprefectura. Animal muy grande fuerte, hermoso… medio Posadas desfiló para verlo. Este relato es totalmente verídico.” *
Esta situación vivida durante el último mes de 1924 nos trae a la memoria una escena también verídica que vivió e increíblemente fotografió el famoso investigador y bibliófilo, recopilador de fuentes históricas sobre misiones, Guillermo Kaul Grünwald, quien realizo trabajos y exploraciones en Misiones entre 1961 y 1986, y fue colega de Margalot en el ejercicio de la docencia en Posadas. Norma Wionczak, biógrafa de Kaul Grünwald, obtuvo en una entrevista a sus hijos y viuda, una importante colección de fotografías inéditas que accedió a compartir con nosotros y es la imagen que ilustra esta nota.
* Margalot, José A. “Geografía de Misiones”. Buenos Aires: Lumi, 1975. Pág. 59.