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La Estancia Grande de Itapúa

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En 1928 la  Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Posadas decide construir una sala de espectáculos que les permitiera generar ingresos para costear los gastos corrientes. Al año siguiente llaman a licitación y la confección de los planos la realizan los arquitectos Elías y Bertrán. Se gestionan varios créditos para la construcción que se termina en 1931; inaugurándose el cine Sarmiento con una película de Oliver Hardy y Stan Laurel (el Gordo y el Flaco) el 5 de septiembre de ese mismo año. A partir de entonces y hasta 1947 se concesiona la explotación del mismo a Oria Hermanos. 

plano Bibliteca Posadas salon cine

Esta relación contractual estuvo signada por desavenencias y no significó la esperada solución para los acuciantes problemas económicos de la Biblioteca. La poca recaudación de entradas que se rendían, la falta de mantenimiento edilicio y las sucesivas crisis llegaron a su punto máximo en 1948 cuando la Municipalidad clausuró el cine debido al deterioro del edificio y falta de higiene. Debido a esto último se realizaron modificaciones consistentes en la demolición de la parte alta del edificio y la modernización del salón. 

Ese mismo año se renueva el contrato de alquiler y la firma Oria Hnos. cambia de denominación debido al fallecimiento de uno de sus socios. Pasa a llamarse Sociedad Exhibidora del Nordeste y mantendrá la explotación del cine hasta 1976, año en que se firma contrato con la sociedad local encabezada por Guillermo Gies y Emilio Scaramelli. 

Durante el año 1958 se emprenden nuevas reformas del edificio: se demuele la fachada antigua y se amplían las puertas de acceso, modificándose el frente histórico de la Biblioteca. 

Una vez que Gies y Scaramelli se hacen cargo del cine modernizan sus instalaciones y en 1977 reabre sus puertas refaccionado y con aire acondicionado, convirtiéndose en la sala más moderna de la ciudad. 

Algunos datos sobre el cine en nuestra ciudad ayudarán a comprender el devenir del Sarmiento. En 1972 funcionaban en Posadas seis cines: Español, Sarmiento, Ambassador, Gran Avenida, Avenida y Pedro Goyena. Diecinueve años más tarde se contabilizan solamente cuatro salas. 

El diario “El Libertador” realizó en 1980 un relevamiento de la gente que asistía a algunas salas. Al cine Sarmiento concurría un promedio de 1.000 personas por semana, con un promedio de 100 por función, sobre una capacidad de 610 butacas. Y las entradas tuvieron un encarecimiento notable: de 0,33 dólares en 1942 a 2,35 dólares en 1982. 

En 1990 Carlos Espínola, yerno de Guillermo Scaramelli, se hace cargo de la explotación comercial del cine, contrato que será renovado en varias oportunidades y finalizará en el 2005. 

Durante su gestión Espínola, intentando hacer frente a la crisis económica y al escaso número de espectadores, remodela la sala dividiéndola en dos; con capacidad para albergar a 260 personas en la planta baja y otras 160 en el primer piso. A pesar de estos intentos sigue sin ser un negocio rentable para la Biblioteca y en noviembre de 2005 cierra el cine Sarmiento y se firma contrato con la empresa Carsa S.A. que instala un local comercial de venta de electrodomésticos. El contrato con esta empresa fue muy rentable, ya que la Biblioteca pudo afrontar sus gastos de mantenimiento y pagar los sueldos a los bibliotecarios y personal de limpieza por un largo período de tiempo sin tener ningún inconveniente, es más generó un ahorro que colocó a plazo fijo en el Banco Nación, asegurándose la subsistencia por varios años. Luego en el año 2015 al finalizar el contrato con la empresa Carsa/ Megatone alquiló el local la empresa Zoom, quien vendía productos derivados del plástico. Estuvo 2 años abonando regularmente el alquiler y sin conflictos de ningún tipo.  

A fines del año 2017 se alquiló el local a la empresa Minicuotas Ribeiro S.A., siendo muy irregular los pagos del alquiler, llegando incluso a retrasarse hasta 8 meses, lo que provocó el desfinanciamiento de la Biblioteca, agotando todos sus ahorros y dejándola embargada en deudas millonarias.  Hoy en día (abril de 2021) siguen sin abonar el alquiler y sin responder a sus intimaciones legales. Los empleados de la Biblioteca y la Comisión Directiva han decidido hacer una protesta semanal realizando una sentada pacífica frente al local apelando a la solidaridad de la comunidad y al mismo tiempo se iniciaron las acciones legales para lograr el desalojo de la firma comercial.  

No queremos que la Biblioteca Popular Posadas cierre sus puertas. Queremos que el inquilino Ribeiro pague lo que debe y se haga cargo de los perjuicios que ha ocasionado a la Biblioteca.  

 

Norma Wionczak
Norma Wionczak 
Profesora de Historia, Bibliotecaria y Especialista en restauración y conservación de papel y libros antiguos