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carta anua de encarnacion 1621 boroa al provincial oñate Que la reducción de Itapúa fue trasladada a la orilla opuesta, o margen derecha, deviniendo en la actual ciudad de Encarnación, es un hecho histórico conocido y consensuado tantas veces como el de su fundación en la margen izquierda hoy Posadas. El dato que al respecto es aún hoy objeto de investigación es la fecha, exacta o aproximada, de este traslado. Según Guillermo Furlong ésto ocurrió en 1621, se basa en una noticia transmitida en una carta del P. Boroa ese año, donde habla del traslado entre otras cosas. Pero la afirmación de Furlong no es lo precisa y clara en cuanto a su fundamentación que se esperaría para una datación. Analicemos la cita:

“Sólo seis años estuvo esta Reducción de Itapúa en territorio actualmente argentino, después de su fundación, ya que en 1621, por diversas razones, fue trasladada al norte del Paraná y ubicada donde se halla al presente la ciudad paraguaya de Villa Encarnación. Escribía después el Padre Boroa: Pasamos de esta banda del Paraná a buscar punto para la reducción, y Nuestro Señor nos [la] deparó tal cual se puede desear, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda”[1].

Lo primero que cabe cuestionarle a Furlong es cual es la fuente de esta cita de Boroa pues no hay en su obra referencia a la documentación de donde extrae esas palabras que parecieran citadas de memoria, no teniendo a la vista el documento para citar. Quizás Furlong no lo menciona pues el carácter de su obra es de un abordaje general de la experiencia misional jesuítica entre los guaraníes en esta región y no se dedica a ningún pueblo en particular, por lo cual seguramente habiendo leído el documento lo menciona en un tramo que considera pertinente sin mayor detenimiento en él. En esta investigación logramos hallar el documento citado por Furlong y usado para argumentar la datación del traslado, el mismo se encuentra en la Biblioteca Nacional del Brasil[2] bajo el título “Carta anua de la reducción de la Encarnación del año del señor de 1621 para el p. Pedro de Oñate provincial de la compañía de Jesús de esta provincia del paraguay”

Lo cierto es que Boroa llega a nosotros a través de Furlong y en su testimonio nos da una pista de la razón del traslado cuando dice que el sitio elegido es “más sano que el de la otra banda”.

miembros de la liga patriotica

La Liga Patriótica Argentina fue una organización ultranacionalista, reaccionaria y xenófoba, fundada en enero de 1919, en circunstancias de los desenlaces de la huelga de los obreros metalúrgicos de la empresa Vasena en la ciudad de Buenos Aires, conocida en la historia argentina como la Semana Trágica. Tenía como objetivo atacar a la clase obrera, porque entendía que allí estaba el foco del peligro de la revolución bolchevique. Pero de la ideología se pasó directamente al racismo, dirigiendo sus embestidas sobre las comunidades judías, ya que muchos de ellos llegaban con pasaporte ruso.

De fuerte impronta ultranacionalista, entre sus promotores estuvieron el almirante Domecq García, el sacerdote monseñor Miguel de Andrea, el naturalista perito Francisco Moreno y otros personajes conocidos de esa época, asociados a los sectores de elite tradicionales de Argentina. Su presidente, el radical y diputado nacional Manuel Carlés, sentía gran desprecio por las ideologías proletarias y un profundo odio por los militantes anarquistas, socialistas y comunistas, a quienes no consideraba como legítimos obreros, sino como a peligrosos agitadores antiargentinos.

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En principio el título de este artículo parecería muy grandilocuente pero esa sensación se debe al desconocimiento que aún existe sobre la realidad histórica del hecho al que nos vamos a referir que justifica plenamente la expresión.

La Virgen de Habiyú, colección Museo Udaondo, Lujan Arg.

En el Museo Udaondo en Lujan, provincia de Buenos Aires, se conserva una imagen que ha despertado entre los investigadores de la historia del arte, tanta admiración como polémica. Se trata de una pintura al oleo sobre lienzo de pequeñas dimensiones, 20 cm. de ancho por 24 cm. de alto. Un retrato de la “virgen María”, que para el académico Darko Sustersic constituye la “primera pintura de la historia del arte rioplatense”[1]  y “Una iconografía bizantina reinterpretada en las selvas sudamericanas”[2] 

Aunque generalmente se la conoce como la “Virgen de Habiyú” es posible encontrar referencias a ella con otros nombres como “la ‘Verónica’ del museo Enrique Udaondo”[3]  o  “Mater Dolorosa”[4]. En función del aspecto que queremos explorar en este trabajo nos referiremos a ella como “la Virgen de Habiyú”.

Reseña histórica sobre el origen del asentamiento que devino en la ciudad de Posadas

Retrato de Roque Gonález de Santa Cruz (Mártir) Mucho se habla del próximo cuadringentésimo aniversario de la fundación de Itapúa, aunque al parecer más se lo recuerda del lado paraguayo del río Paraná. Esto es paradójico pues Roque González de Santa Cruz fundó inicialmente la reducción en lo que hoy es el territorio de Posadas y sólo luego de más de una década el P. Boroa trasladó el asentamiento a la margen derecha del río, hoy Encarnación. Es así que el primer antecedente de asentamiento estable registrado por la historia, en el sitio geográfico que hoy ocupa la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones, es justamente esta reducción. Es más, a ella le debemos los posadeños ser hoy día un crucial punto de convergencias de vías de comunicación con activo tráfico de producción y contingentes humanos.

Nos proponemos en adelante compartir unas reflexiones sobre este hecho histórico protagonizado por la tribu del Cacique Itapúa y Roque González de Santa Cruz, ya hace cuatro  siglos, en 1615. Trataremos de construir un relato de tono divulgativo pero la complejidad de las circunstancias históricas narradas y la meticulosidad necesaria para el análisis de las fuentes no siempre nos lo permitirán.

Rudecindo Roca

 

Rudecindo Roca fue el primer gobernador de Misiones, hecho muy conocido. Fue uno de los mayores terratenientes del entonces “Territorio Nacional”, hecho medianamente conocido.
Obtuvo esas tierras mediante secuestro y amenazas de muerte, hechos casi desconocidos en la provincia. Veamos sucintamente de qué se trata esta historia.
Cuando la rebelión del gobernador Bonaerense Tejedor, en 1880, la provincia de Corrientes se alió a las de Buenos Aires resistiendo al Partido Autonomista de Roca. En Corrientes se produjo una sublevación y hasta fuerzas correntinas invadieron Entre Ríos, Avellaneda intervino la provincia, los correntinos quedaron en muy mala posición política a pesar que durante la intervención se implantaron dos gobiernos del mismo signo político que Roca, después que Julio Roca asumiera la primera Magistratura Nacional a Corrientes se separó la parte de Misiones hasta ese entonces bajo su tutela pero que los correntinos creían parte de provincia, se dice que esta separación fue en venganza por aquellas disputa política por la presidencia Roca – Tejedor donde corrientes apoyo a Tejedor.

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El aporte Guaraní a la cultura mundial

Recientemente trascendió, a partir de un documental producido por la Secretaría Nacional de Cultura del Paraguay estrenado en el festival de cine independiente de Mar del Plata 2014  y fue creciendo en popularidad, una tesis que sostiene que serían los “Guaraníes” quienes habrían inventado el Fútbol o más bien el “balón pie”, al parecer que los pueblos originarios del Paraná superior practicaban originalmente el juego que habría inspirado el fútbol moderno como hoy lo conocemos.

Esta noticia relatada con tono anecdótico circuló por la prensa internacional con inusitada rapidez y alcanzó a los medios más importantes, podemos encontrarla en la prensa europea, norteamericana y hasta incluso en el Vaticano donde el  famoso Osservatore Romano, que pocas veces se dedica a temas relacionados con el fútbol, le dedicó un meticuloso artículo.

En la realización del documentalista paraguayo se expone la idea a partir de testimonios de  distintos entrevistados. Quien en nuestra opinión más aporta a la tesis, es el investigador Bartomeu Melià, es él quien desliza de manera coloquial las fuentes históricas que a ciencia cierta sustentan la hipótesis.

Las imprentas de las misiones jesuíticas, de Leonie Matthis. Col. Museo Histórico Cornelio Saavedra

No exento del etnocentrismo de la época el P. José Serrano escribía en una carta al general de la orden en 1703 que “la imprenta, como las muchas láminas para su realce han sido obra del dedo de Dios, tanto más admirable cuanto los instrumentos son unos pobres indios nuevos en la fe y sin la dirección de los maestros de Europa”.

Según este sacerdote la pericia de los guaraníes de los pueblos misioneros para el trabajo artesanal que implicaba crear los tipos y demás elementos que componen la imprenta no podía ser fruto de una elevada destreza manual y una inteligencia promedio sumado a su dedicación al trabajo, sino estos nativos eran solo un “instrumento” en los “dedos de Dios”.

detalle de retrato Andres Guazurarí de Hugo Viera.pngEl historiador francés Arnaud Blin sostiene que resulta hasta cierto punto imposible explicar una batalla, por las múltiples facetas y las incontables detalles que pueden ser determinantes en un enfrentamiento, y porque “relatar una batalla es una actividad racional, cuando la batalla en sí misma está impregnada de irracionalidad, al igual que la guerra”.

Esta realidad a la que se enfrenta el historiador que quiera estudiar cualquier batalla de cualquier época es todavía más marcada en el caso del combate de Apóstoles, ya que contamos sólo con fuentes portuguesas que refieren que los lusitanos obtuvieron la victoria, aunque, analizadas en profundidad, demuestran lo contrario. Estamos frente a una labor que requiere, entonces, importantes dosis de subjetividad.
Subjetividad que a veces implica el riesgo de caer en lo que Fernand Braudel llamaba el pecado de los pecados para cualquier historiador: el anacronismo, es decir, trasladar al pasado valores y características que corresponden a nuestra realidad presente. Es que las batallas, y sobre todo las consideradas decisivas, funcionan muchas veces como factores legitimantes de los mitos fundacionales nacionales o incluso provinciales, como es el actual caso del discurso de la misioneridad, desplegado desde el estado provincial. Por eso, es común en nuestro medio escuchar que la batalla de Apóstoles resguardó las fronteras argentinas del avance brasileño, cuando aún faltaban treinta y cinco años para que se conformara el Estado Nacional.
Por eso, se hace necesario comprender qué fue la batalla y cuál fue su real importancia en su contexto histórico, es decir, el de una provincia de Misiones que no es la actual y de un proyecto de organización concreto, que fue la Liga de los Pueblos Libres. Sólo si conocemos ese contexto, podremos entonces comprender cuál fue su importancia real en ese momento, más allá de las interpretaciones que se puedan hacer desde las posturas ideológico-políticas del presente.

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El destino de un lugar
Llama la atención como quienes habitaron el territorio que hoy compone la provincia de Misiones, hayan pasado una y otra vez por un sitio que, si bien siempre fue parte importante del territorio, por mucho tiempo fue soslayado. Los primigenios nativos, nuestros paisanos los indios, tuvieron en este sitio asentamientos solo provisorios. Los misioneros jesuitas que llegaron, el afamado Roque Gonzalez y Diego Boroa, instalaron sin éxito estable una de sus primeras fundaciones en la costa sur del Paraná, Itapúa fue la primera de sus Misiones en esta banda del río, esta práctica “misional” hoy da nombre e identidad a nuestra provincia. Fue un sitio más de trabajo y producción durante la era jesuítico guaraní al convertirse en rinconada y paso comercial. Por su posición estratégica y puerta de entrada a riquezas en materia primas, se han apoderado de este espacio en varias ocasiones, tanta como han sido desalojados. Fue escenario de beligerancia, pero no de grandes batallas. Los grandes militares que la transitaron optaron por irse, en cambio sus soldados y proveedores decidieron quedarse. La suerte quiso que este sitio sea soslayado sólo hasta que se cumpla en él su destino. Nos proponemos aquí reflexionar juntos el devenir de un pueblo, una ciudad y de una casa.
 

santa ana de brasanelliLAS REDUCCIONES

En 1603 el obispo de Asunción Martín Ignacio de Loyola, sobrino del fundador de la orden Jesuita, Ignacio de Loyola, convocaba a un sínodo en su diócesis para, entre otras cosas, examinar la cuestión del trabajo servil que prestaban los Paisanos en la región, se decidió entre otras cosas que la catequesis debía dictársela en lengua guaraní, los paisanos debían asistir los domingos (a misa y catequesis) y las fiestas a las iglesias, para lo cual debían obtener de su señor el permiso necesariamente y lo trascendental en ese sínodo se decidió reunir a los paisanos en reducciones, pues […] La situación de los indios -por culpa de gobernadores y latifundistas-en vez de mejorar iba empeorando día a día: poco a poco se iba asumiendo en la más negra esclavitud. Algunos ejemplos bastan para probarlo: el indígena carecía del derecho de la propiedad; la alimentación que por su trabajo recibía  era tan escasa que llegaba a morir de hambre y de debilidad […][1]. Así es que comienza la idea de buscar para los naturales de nuestra región un mejor vivir y una formación cristiana, ambos objetivos hoy día pueden ser muy discutidos, pero aquí nos animamos a expresar que tal intención es como mínimo buena voluntad de parte de los integrantes dela Compañía de Jesús para con nuestros antiguos “Paisanos”. 

Circunstancias de la llegada del ferrocarril a Misiones y escenas singulares en la Estación Posadas

Una breve reseña histórica del rol que le cupo al tren en Misiones

locomotora 50 FCNEA

A mediados del S. XIX la idea que las personas tenían de la velocidad del transporte terrestre era muy diferente a la que podemos tener hoy en día, 

para la mayoría de las personas el rítmico paso del carretero caminando al lado del caballo o mula que tiraba de la carreta o la diligencia era el promedio de velocidad a la que aspiraban a moverse en los viajes. El caballo a todo galope era una excepción eventual en casos militares o en algunos del correo. 

Esto no quiere decir que un solo jinete y su caballo se desplazaran a carrera a lo largo de todo el trayecto que debía cubrir el mensaje o las cartas, sino que un sinfín de puestos de relevo o “postas” cubrían los precarios caminos, debiendo reponerse cada uno de ellos, jinete y jamelgo, para continuar el recorrido.