El Rincón de Itapúa
Sabemos que Itapúa fue de las primeras reducciones en tener “Estancia”, Norberto Levinton halló en el Archivo General de la Nación un documento que le permitió afirmar que la “Primera estancia de vacas compradas (fue) la de Itapúa”.
La disposición de carne para la alimentación de los originarios era fundamental entre los guaraníes y podía significar su permanencia o no en los poblados. Antonio Sepp, sostenía que la carne era un alimento esencial en la vida de los pueblos:
“Pues lo que es para el europeo el pan, es para el paracuario la carne. Fue por eso que los primeros misioneros que enseñaron a los paracuarios el Padrenuestro modificaron las palabras “el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, y dijeron en su lugar: “el alimento nuestro de cada día dánoslo hoy”, refiriéndose con la palabra “alimento” a la carne”.
No es de extrañar entonces el interés y cuidado que tuvieron los párrocos jesuitas de los pueblos en disponer de esta provisión alimentaria en cantidad suficiente y de manera accesible para no volver a pasar por la experiencia de hambrunas como las que Itapúa había vivido en reiteradas ocasiones entre 1618 y 1621.
El primigenio asentamiento de Itapúa quedó disponible después del traslado para otro tipo de actividad o explotación del espacio y tenía características muy apreciadas para la época. En una parte de la costa tenía una bahía que servía de puerto resguardado que facilitaba mucho el tráfico, en esta zona el río tenía un recodo que formaba en el territorio una punta o península con dos lados delimitados por las aguas, y existían además arroyos, la vegetación era más bien baja solo con manchones de selva, todas peculiaridades geográficas aptas para la explotación ganadera.
Entre las infraestructuras campestres destinadas a la explotación ganadera existen algunas que la tecnología aún no ha logrado desactualizar del todo, como por ejemplo “el brete” o “manga” y otras que han sido sustituidas por soluciones más modernas como “el tajamar”, que hoy está usualmente reemplazado por abrevaderos construidos en materiales como pvc, hormigón o acero inoxidable. Así también hay necesidades propias de las actividades ganaderas que se mantienen pero sus insumos o materiales de construcción han variado significativamente, por ejemplo con la invención del alambre de púas nadie se plantearía hoy en día cercar la inmensidad de un campo de pastoreo con piedras apiladas unidas por argamasa de barro y pastos, pero esto no siempre fue así.
Una práctica que con posterioridad sería muy común en las estancias jesuitas en zonas costeras donde existía un recodo o curva en el río, era aprovechar ese territorio con forma de saliente o “punta” hoy diríamos una península, destinando el espacio al pastoreo ya que la necesidad de construir cerramientos, cercos o muros, para evitar la dispersión del ganado en ese tipo de espacios geográficos era menor. Aprovechando la forma particular de la península era posible el cerramiento de un solo lado de esa suerte de triángulo, ya que su vértice o “punta” que se adentra en el río y ambos lados adyacentes (costas) ejercen como límites naturales, dejando solo un lado que requiera ser cerrado con algún tipo de barrera y así impedir la dispersión del ganado, que una vez detrás de esa barrera artificial quedaba “arrinconado” contra el río, y por esta situación también se conocía este tipo de infraestructuras como “Rincón” o “Riconada”.
Arsene Isabelle un viajero francés que recorre la región en la década de 1830 observa y describe este tipo de infraestructuras ganaderas dejándonos esta definición:
“Se llama rincón a todo terreno encerrado entre dos ríos, entre pantanos o rodeado en parte por las sinuosidades de un río. Es, propiamente dicho, una península. Un Rincón puede encerrar en sí mismo a varios otros de menor extensión; estos son lugares muy buscados para formar estancias”.
Muchas de estas infraestructuras existieron en los pueblos de las misiones, por citar algunas podemos mencionar que en tan solo una de todas las estancias que poseía el pueblo de Yapeyú había tres puestos que eran consignados también como rincones en los inventarios de Yapeyú del año 1768, así consignados:
“Estancia del Yerua. [...los ] – Puesto y Rincón de San Francisco – Puesto y Rincón de Bera – Puesto y Rincón de Queguay / Puerto…”
Por cierto el pueblo de Yapeyú también es ejemplo de comunidades que organizan su espacio de habitación permanente en una margen del río y su espacio de explotación ganadera en el otro. Yapeyú asentado en la margen derecha del Uruguay tenía el grueso de sus estancias en la margen izquierda, ocupando no solo lo que hoy es territorio brasilero sino también uruguayo. El río Uruguay no fue un obstáculo ni un límite para demarcar la jurisdicción del pueblo y sus territorios explotados.
En 1865 en su publicación sobre “Le République du Paraguay” Alfredo de Graty llega a la conclusión a partir de observaciones durante sus viajes por la región que los jesuitas “[...] habían rodeado todos los pastos con trincheras o acequias, de modo que formaron parques reales”. Este parecer no fue olvidado del todo, ya Anibal Cambas en 1970 nos explicaba que:
“... este lugar comenzó a denominarse Rincón, Corral y Garganta de San José y también San José de la Rinconada, sin que hecho alguno conocido por nosotros nos ofreciera la razón de ello, [se refiere a la inclusión de “San José” acompañando en la toponimia] aunque creemos que habría servido de puerto y corral a la mediterránea reducción de San José, para el embarque de ganado y movimiento comercial, seguramente con líneas divisorias de piedras como en toda la región, que pudiera haber sido base de la más tarde conocida Trinchera”.
Al momento de escribir aquello Cambas no disponía del inventario de los bienes tomados a los jesuitas al ser expulsados, en ese inventario que analizaremos luego, claramente deja explicitado que ese “corral” pertenecía a Itapúa y no a San José.
A pesar de todo ello y el hecho que en el mismísimo escudo de la ciudad figura un muro de piedra que llega al río, ese humilde origen vinculado a la producción ganadera está poco presente en la memoria colectiva local que en promedio asocia ese muro con la trinchera del periodo de la ocupación paraguaya. Si bien esta alude a la memoria más reciente no fue por mucho la funcionalidad principal del sitio ni la infraestructura que más tiempo estuvo vigente a lo largo de nuestra historia, es decir, el muro fue por mucho más tiempo un corral que una fortificación militar o trinchera. Pero cierto es que los habitantes que llegaron en ocasión de combatir a los ocupantes de esa trinchera fueron los que se quedaron a conformar el núcleo poblacional estable que perduró y llega a nuestros días y en ellos primó el recuerdo de la experiencia bélica que fue la que trajo aquí a la mayoría de ellos. Aunque muy significativo y relevante ese periodo de conflicto no fue el único pasado del sitio ni mucho menos el primero.
Puesto o Majada
Dos valiosos testimonios editados hace muchos años: la obra de Pablo Pastells de principios del S. XX que incorpora un testimonio del provincial Trujillo que recorrió las reducciones existentes en 1629 y la anua que por mucho tiempo se creía perdida pero fue hallada transcrita y editada en 1990 por la academia nacional de la historia. Nos dejan una idea de la ocupación del territorio que hoy es Posadas en el principio del período jesuítico.
Trujillo bautiza el puesto como “Puerto Santa Cruz”en 1629
En la historia del territorio de la actual Posadas, antes Itapúa, sobrevuela a veces la idea que exista que, después de lo primero conocido de pasado como ser sitio donde se fundó la reducción de Anunciación o Encarnación de Itapúa en 1615, luego de su traslado en 1620-1621, el espacio permaneció deshabitado, y solo retoma con fuerza la idea de una ocupación permanente llegado el periodo de ocupación paraguaya, reemplazada por la de las tropas brasileñas y sus vivanderos durante la guerra de la triple alianza y desde allí a nuestros días. Esto no es necesariamente así.
Como sabemos, los guaraníes originarios habitaron este sitio desde tiempos indefinidos, los primeros datos que tenemos son de puño y letra de Roque Gonzalez que fundó entre ellos una reducción en 1615 mudada por Diego de Boroa entre 1620 y 1621 el sitio no necesariamente queda despoblado. Ya para 1629 es posible hallar un testimonio breve pero significativo que no nos dejar de dudar sobre la ocupación y el desarrollo del Itapúa, es decir la margen izquierda del río paraná hoy Posadas, después del traslado del núcleo principal de la reducción; en ese año el padre provincial de la compañía Francisco Vázquez Trujillo envió a Roma al General de la orden Jesuita una descripción del recorrido que realizó por las reducciones existentes en ese entonces, estas son sus palabras:
[tres meses] gasté en visitar solo las Reducciones de Paraná y Uruai. […la primera San Ignacio Guazú y la segunda] la del Itapúa, para la cual me hube de embarcar en el Paraná y subir 14 leguas río arriba. De esta y de San Ignacio solo tengo que decir a V. P. que van creciendo cada día en el afecto a Nuestra Santa Fe, y como son [los] dos pueblos más antiguos, llevan en esto ventaja a las demás […]
Continúa narrando la visita a Corpus afectada por una epidemia, allí sugirió un cambio de sitio de asentamiento, luego subió por el río Iguazú a las cataratas, que tuvo que cruzar por la costa, para dirigirse luego venciendo la corriente a la reducción de “Iguaçú” luego visitó también la reducción del Acaraí sobre los saltos del Guayrá atendida por el p. Porras, y es entonces que cuenta:
Desde allí bajé el Río abajo hasta el Itapúa, aunque no llegué al pueblo, sino a otro puesto que está de la otra parte del Río, a quien puse por nombre Puerto de Santa Cruz,[el subrayado es nuestro] por haber llegado allí la víspera de la Cruz para pasar al Uruai, [y] por memoria del Sto. P. Roque González de Santa Cruz, que fue el 1ro. que allí [tocó puerto] para hacer entrada en el [Uruguay]”
El testimonio presente en su “relación del viaje y visita del P, Provincial del Paraguay, Francisco Vázquez Trujillo, dirigida al Padre General de la Compañía de Jesús Está firmado en Itapúa, el 30 de Octubre de 1629.
En esta epístola congregacional informativa, claramente Trujillo narra que visitó primero San Ignacio, luego Itapúa, después Corpus, las misiones ubicadas en cercanías de los Saltos del Guayrá e Iguazú, y volviendo a Itapúa afirma esta vez, ya no haber llegado “al pueblo, sino a otro puesto que esta de la otra parte del río” y desde allí se dirigió hacia el río Uruguay.
¿Se tratará ya es “puesto” de un puesto ganadero? no especifica, pero sí que se encuentra “de la otra parte del río” que no en la parte donde está “el pueblo” hoy Encarnacion Paraguay, sino que es otro puesto, del otro lado del río, desde donde se accede al río Uruguay, es decir el margen izquierdo.
Por sí solo, el testimonio de Trujillo es revelador aunque lamentablemente no realiza una descripción pormenorizada, solo podemos rescatar un elemento significativo más y es el hecho que en este “puesto” también había un puerto al que puso “por nombre Puerto de Santa Cruz”.
Esta no es la única mención en fuentes que muestra la ocupación del territorio que hoy es Posadas en tiempo tan temprano del período jesuítico. El documento que abordaremos a continuación esclarece aún más la cuestión de la ocupación post traslado y deja sugerido el modo de explotación de este espacio.
La “estancia” de Itapúa recuerda a Boroa una “Majada”
Ya en la temprana carta anua de 1632 a 1634 el p. Diego Boroa, por entonces el provincial de los jesuitas, hace una mención indirecta a la “estancia” de Itapúa en la margen izquierda del río, hoy Posadas, cuando relata que en el año 1633 los naturales de lo que fuera la reducción de Natividad del Acaraí (al norte del Iguazú) viéndose obligados a huir de su territorio por el hostigamiento bandeirante, tuvieron que migrar, bajando por el río hasta Itapúa para entonces dirigirse a pie a su nuevo asentamiento en cercanías del río Uruguay, su testimonio dice exactamente lo siguiente:
“navegaron el Paraná [...] hasta tomar puesto en la estancia o majada de la reducción de Itapúa donde fueron recibidos [por el] padre Joseph Domenec con mucho agasajo y refresco… en Itapúa desembarcaron todos y cargaron los hombres de sus hatillos y alhajas y las mujeres de sus criaturas para penetrar por tierra hasta el río uruguay”
Es claro, en la anua referida, que la costa en la que desembarcaron les permitía el acceso a pie al sitio de su nuevo asentamiento, es decir necesariamente desembarcaron en la margen izquierda, hoy territorio posadeño y el dato más interesante es la referencia a este sitio de desembarco en Itapúa como “estancia o Majada”.
No podemos afirmar que el p. Domenec se encontraba en esa costa del margen izquierdo de modo permanente pero tampoco lo podemos descartar completamente. Toca investigar más a fondo la usual composición de personal necesario para atender una “estancia” en la usanza jesuítica de ese periodo histórico y región y determinar si requería la presencia permanente de un religioso.
Majada es una palabra muy poco frecuente en nuestra región pero perdura su significado como “Lugar donde se recoge el ganado por la noche” en el uso común y como “Término que se suele utilizar para designar al conjunto de animales ovinos” en el acervo de conceptos referidos a la producción ganadera. En el diccionario de la RAE su primera acepción es “lugar donde se recoge el ganado y se albergan los pastores”, y uno de ellos también lo define como “Mesón, posada o albergue”.
Ciertamente estas definiciones no aplican estrictamente al sentido que pudo tener el término “majada” en la primera mitad del S.XVII, cuando lo usa Boroa, pero si indagamos un poco más y consideramos que el P. Boroa, autor de esta anua de 1632 a 1634 es de origen español, nacido en Trujillo que es hoy un municipio de la provincia de Cáceres, donde se encontraba la Majada Tietar que llegá a dar nombre al municipio actual, no es arriesgado esperar que el término implementado por Boroa sea parte de su bagaje cultural hispano, él asocia el término Estancia con el de Majada, quizás por su cerramiento de piedra como lo son en su España natal de entonces.
Hay varios ejemplos de “Majada” en España y tales edificaciones nos recuerdan a esa muy simbólica y característica estructura relacionada con nuestro pasado, el muro que llega al río, veámosla en comparación al escudo de la ciudad de Posadas.