
El eslabón (poco) conocido de la Yerba Mate entre la germinación y la industrialización, entre el mensú esclavizado en el monte y el peón sindicalizado en la estancia.

Agreguemos que en 1897 consiguió vencer el otro problema e idear el trasplante para fijar cada plantita en el lugar firme del cultivo. Antonio de Llamas llegó a Santa Ana, Misiones Argentina en 1891 donde instaló un pequeño negocio para subsistir, una chacra de experimentación de especies indígenas y exóticas.
Su casa era un verdadero, auténtico, museo de ciencias naturales, con colecciones de hierbas y especies animales pequeñas que llegaban a más de cuatro metros de altura en dos habitaciones amplias, a más de varios microscopios y millares de vistas preparadas. Su chacra fue visitada, por hombres de ciencia de relieve internacional como el francés Leclerq, el italiano Spegazzini y los argentinos Ángel Gallardo y Luis Augusto Huergo, entre otros.
Corresponsal del British Museum, que le enviara semillas y material de té de Ceylán, palta, canelero y especies, para hacer pruebas y del Ministerio de Agricultura de la Nación, también, estaba ligado personalmente con el doctor Eduardo L. Holmberg.
Sobre la semilla de yerba mate -cuya germinación era todo un misterio por entonces, vale decir que en Santa Ana tanto de Llamas como el italiano Zamboni procuraban hacia fines, del pasado siglo y principios de éste, la ansiada brotación.
En 1903 con un cajón vivero, había dado una conferencia en la sala del diario "La Prensa" de Buenos Aires, con vía positiva. La versión de que toda suerte de iniquidades se abatirá sobre quién consiguiera la germinación de la yerba, sin dudas a instancias de interesados en que Misiones necesitase de la yerba silvestre del Paraguay y Brasil tal como antes se ensañaron con Bonpland en 1821, ahora, en 1904, destruyó los almácigos y en noche terrorífica puso en peligro la vida de la familia de de Llamas. Su contrato con el Gobierno de la Nación para proveer de 5500 plantitas que habrían de distribuirse entre Colonos de la región, quedó en peligro.
Antonio de Llamas había conservado un lugar montuoso otros plantines. Debía haberlos entregados en abril de ese año 1904. Tras la noche tormentosa de disparos de armas y gritos, con la consiguiente destrucción de los almácigos que estaban más visibles, viajó a Buenos Aires, consiguió el amparo de sus amigos y con la protección y presencia del Gobernador Prof. Manuel Bermúdez, del Juez Letrado y del Jefe Policía del Territorio, entregó su encargo en mayo de 1905, luego se alejó de este pueblo tan querido por Antonio y decidió buscar la tranquilidad de sus años en Corrientes. Tenía ofertas para dictar cátedras en Buenos Aires y servir como entomólogo del Museo de Ciencias Naturales de la misma capital. Allí residió hasta el final de sus días, donde falleció el 29 de setiembre de 1939 Es el mejor homenaje que se puede brindar modestamente a un pequeño gran hombre: “Talofa”, así apodado por sus discípulos y que él aceptaba con el orgullo “de hallarse en el origen de la vida orgánica”. Su nombre vive en Misiones. Quiso a esta tierra e hizo mucho por ella no se lo puede olvidar.[1]
Hay Numerosos artículos periodísticos comentaron sobre las investigaciones realizadas por el botánico español en Santa Ana, como así también destacados historiadores de Misiones.
El historiador Aníbal Cambas escribió:
"Los más serios ensayos de reproducción los efectuó el español don Antonio de Llamas trabajando con noble empeño con 17 cajones y recurriendo a sistemas fundados en el lavado, la arena, el estiércol, la potasa cáustica, la lejía de ceniza y en ácidos y composiciones que iba creando. Correspondió, pues a de Llamas el mérito del éxito de esos primeros ensayos”[2]
El señor Benito Gaetano Zamboni (italiano) escribió con puño y letra al gerente de la Asociación Rural Yerbatera Argentina, a un requerimiento sobre una información fidedigna en original que se conserva aún.
Con fecha 27 de julio de 1944: “De mi consideración: contestando a su atenta del 24 del corriente mes es grato comunicarle lo siguiente: que yo sepa, los primeros ensayos para conseguir la germinación de la yerba mate se hicieron en Santa Ana por el señor Antonio de Llamas en el año 1901-1902 con buen resultado. En el año 1905 corrió la voz de que la yerba germinaba y los capitalistas aparecieron; el ingeniero don Pablo Allain en San Ignacio en grande escala y un año antes, creo, el señor Pedro Núñez en su establecimiento de Santa Inés...La primera cosecha de yerba mate de cultivo puede efectuarse ya en el año 1908”.
Alba C. Etorena de Freaza en su investigación sobre la inmigración española en el territorio de Misiones (1902-1920) escribe:
“… En Santa Ana, donde estaban los Amores desde 1895, también se afincaron los Pomar, Ripio y don Antonio de Llamas Madrigal. Don Antonio, junto con un italiano Benito Zamboni en 1901 iniciaron el cultivo de la yerba mate mediante la germinación de la semilla sustituyendo estas plantaciones a los yerbales naturales que se fueron agotando por la terrible degradación a que eran sometidos: en vez de podar las ramas cortaban los árboles, causando la ruina de los yerbateros. En 1905-1906 recibió del Gobierno Nacional un subsidio $ 5.000 para que repartiera entre los colonos los plantines de su vivero. Esta acción dio nuevamente gran impulso a la industria yerbatera. Joaquín y Goa en Concepción comenzó a cultivar la yerba mate, Martín y Urrutia en Mártires, Núñez en Santa Inés, Gibaja en Posadas; pronto todos se ocuparon de su cultivo.”
Uno de los hijos, el doctor Lulio de Llamas, desde Buenos Aires el 18 de marzo de 1964 escribía a un amigo, "Mi padre, mi estimado amigo, nunca pensó en ser industrial yerbatero; no tenía capacidad de "industrial", él era un hombre de ciencia, no de negocios. Tanto él como sus hijos no tienen una planta de yerba en Misiones, que es la tierra donde nacimos".Y reclama sobre el olvido a Allan Stevenson, Juan Márquez, Demetrio Godoy y Narciso Martos, "que son verdaderos pioneros en las formaciones de los yerbales industriales".
José Antonio Margalot al referirse de Santa Ana escribe en marzo de 1988:
“…La persecución de que fueron objeto algunos hombres de vida extraordinaria careció de aparente razón. El objetivo, sin embargo, los años se han encargado de dilucidar. Se perseguía, nada menos, que el desarrollo de la yerba de cultivo, que desde la germinación de la semilla, lenta y difícil, se aparecía como un atractivo para los hombres de ciencia aquí radicados, en virtud de constituir el futuro más halagüeño para Misiones. Bonpland, Bertoni, de Llamas, Zamboni.
Cuatro nacionalidades distintas desde el criterio político de la geografía. Cuatro voluntades -tal vez no las únicas- De un mismo denominador: la investigación científica para crear una fuente de riquezas que impulsarían a estos pueblos hacia la superación por el trabajo, el mismo denominador de quienes jamás cifraron sus esperanzas en enriquecerse. Lejos de su Francia, su Suiza,su España, su Italia. Aquí, en Santa Ana sepultaron sus ilusiones, dejaron lo mejor de sus años en el sacrificio de la labor diaria, sin recompensa alguna, ni siquiera la moral, una palabra de aliento.”
Sobre el autor:
Osvaldo Salinas es Docente e investigador Encarnaceno de dilatada y reconocida trayectoria en la recopilación de fuentes para la historia regional alto paranaense.
[1] Fuente: Del diario “El Territorio” de Posadas, Misiones, Argentina, Edición del domingo 27 de setiembre de 1987
[2] "Misiones y sus pueblos -Época contemporánea"
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