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El 24 de septiembre de 1879 nació en Santo Tomé, Corrientes, Clotilde Mercedes González, hija de Juan José González y de Zulmira da Veiga, nieta de Juana Alburquerque y del profesor Da Veiga. En un tiempo en que las mujeres estaban relegadas a los márgenes de la vida pública, Clotilde se convirtió en una figura central de la historia educativa y cultural de Misiones, construyendo con su labor un legado que aún hoy resuena en la memoria colectiva de la provincia.
Falleció en Posadas el 28 de febrero de 1935, en su domicilio de la calle Santa Fe 355. La causa de muerte fue arteritis cerebral. Tenía 55 años y dejaba tras de sí una vida marcada por la docencia, la gestión cultural y la defensa de espacios educativos para las nuevas generaciones.
Apenas con 16 años, en agosto de 1896, Clotilde inició su carrera docente en la Escuela Superior de Varones N.º 1 de Posadas, actual Escuela “Félix de Azara”. En una sociedad profundamente patriarcal, que reservaba a las mujeres tareas domésticas o roles subordinados, el ingreso de una adolescente al magisterio era ya un acto de afirmación.
Poco después fue confirmada como maestra de primer grado, a cargo de 110 alumnos varones. En 1898 llegó incluso a dirigir, sin ayuda alguna, esa misma escuela, hecho que revela su capacidad de liderazgo y también la precariedad de las condiciones laborales de las mujeres en la enseñanza, quienes debían suplir con esfuerzo y vocación la falta de apoyo institucional.
Desde sus primeros años como maestra, Clotilde mostró una inclinación marcada hacia la gestión cultural y la organización comunitaria. Impulsó la compra de un piano para la escuela, participó en veladas literario-musicales y se integró a iniciativas de beneficencia. En todas ellas se observa la búsqueda de integrar arte, educación y compromiso social.
El inicio del siglo XX la encontró escribiendo y compilando textos. Entre 1901 y 1906 trabajó en una Antología Hispanoamericana, reunió colaboraciones de literatos de España y América, y realizó una conferencia sobre el Idioma Nacional, ilustrada con un árbol genealógico que ella misma dibujó. Este esquema fue publicado en El Monitor de la Educación Común, revista de referencia pedagógica en el país.
Fue también la primera maestra en dar una conferencia pública en Misiones (1902), rompiendo así con el mandato de silencio que pesaba sobre las mujeres en los espacios públicos. Sus disertaciones sobre educación, trabajo, hogar y nación la convirtieron en una voz femenina respetada en un ámbito dominado casi exclusivamente por hombres.
El 9 de febrero de 1901 contrajo matrimonio con Raimundo Fernández Ramos en la Catedral San José de Posadas. Tuvieron cuatro hijos: Raúl Gelio, Eduardo, Carlos y Julio (que falleció al poco tiempo).
La maternidad de Clotilde no fue un impedimento para su labor pública, sino que evidenció las múltiples exigencias que recaían sobre las mujeres de su tiempo. A la par de su destacada labor profesional y social, debió asumir las responsabilidades de cuidado, una carga que históricamente se ha asignado casi en exclusiva a las mujeres. Esta situación refleja la doble jornada que debían sostener, donde la excelencia en el ámbito público coexistía con las tareas domésticas y de crianza, aun cuando pudiera contar con el apoyo de su madre y sus tías en el cuidado de los hijos y el hogar.
Una de las facetas más notables de Clotilde fue su papel como gestora y promotora de instituciones educativas.
Estas gestiones no fueron menores: en cada caso se trató de abrir puertas para que nuevas generaciones —tanto varones como mujeres— accedieran a distintos niveles de educación. El hecho de que una mujer encabezara esas campañas evidencia la ruptura con los moldes tradicionales y la emergencia de un liderazgo femenino en el terreno público.
Además de su tarea educativa, Clotilde desplegó una intensa actividad en sociedades de beneficencia, comisiones escolares, asociaciones de vecinos y entidades culturales. Fue bibliotecaria escolar, corresponsal literaria en medios nacionales e internacionales, organizadora de veladas artísticas y difusora del patrimonio histórico de la región.
En 1922 publicó su Reseña Histórica de Posadas, con motivo del cincuentenario del primer Concejo Municipal, un texto que sentó bases para la historiografía local. También investigó durante más de una década la obra botánica de Aimé Bonpland, logrando rescatar parte de su legado en París en 1929.
Su rol en estas iniciativas muestra cómo las mujeres lograban ampliar el ámbito de acción pública a través de espacios socialmente aceptados —como la beneficencia, la enseñanza o la cultura—, pero transformándolos en verdaderos motores de cambio comunitario.
La trayectoria de Clotilde fue reconocida en vida. Fue homenajeada por docentes, alumnos y autoridades, recibió medallas, cargos honorarios y menciones. En su casa funcionó la filial del Instituto Musical Fontova, que abrió caminos para la formación artística en Posadas.
Tras jubilarse en 1921, continuó con su labor como profesora en la Escuela Normal y en espacios culturales hasta 1930. En los últimos años se integró al Círculo de Damas Católicas, donde llegó a ser presidenta en 1934, aunque debió renunciar por problemas de salud poco antes de su muerte.
La vida de Clotilde González de Fernández es un ejemplo de cómo las mujeres de principios del siglo XX, en un territorio periférico como Misiones, desafiaron los límites impuestos por el orden patriarcal. Lo hicieron desde la educación, la escritura, la gestión cultural y la acción comunitaria.
Clotilde fue maestra, gestora, madre, escritora y conferencista. Cada uno de esos roles estuvo atravesado por tensiones de género: debió justificar su autoridad en espacios de varones, compatibilizar la maternidad con la vida pública y resistir intentos de disciplinamiento, como el sumario en 1913 por su participación religiosa, del que salió absuelta.
Más allá de las dificultades, logró consolidarse como una de las grandes pioneras de la educación misionera, sembrando escuelas, bibliotecas y proyectos culturales que marcaron la identidad de la provincia.
Su vida se apagó el 28 de febrero de 1935, pero su legado permanece vivo en las instituciones que ayudó a fundar y en el recuerdo de una mujer que, con pasión y determinación, abrió camino para que otras mujeres pudieran tener voz y protagonismo en la historia.