Chinflote uno de los niños originarios de la pampa repartidos en Posadas

En 1974 el periodista Sánchez Ratti tenía un programa radial denominado, con indudable influencia en la obra del naturalista suizo Alberto Roth, “cosas de Misiones la hermosa”, en ese micro radial dicho periodista narra una historia tristemente conmovedora, aunque para Sánchez Ratti se trataba de una anécdota de un “personaje típico”.

El protagonista de la historia era un indio a quien denominaban “Chinflote [pero] no era un indio guaraní. Era Pampa. Se trataba de un indio sureño de los muchos que fueron arrancados de sus pampas nativas en la campaña del desierto del general Roca para ser luego distribuidos en el interior del país. Una pequeña partida de estos, todos niños, [entre ellos Chinflote] fue enviada a Misiones.”

Hoy a una situación así la vemos como la trágica historia de una infancia originaria, desmembrada de su familia, trasladada a miles de kilómetros de su tierra natal y sometida por un plan estatal de etnocidio, a la humillación, el maltrato y a la servidumbre. Pero en ese entonces la situación era poco menos que naturalizada en la prensa local y meramente anecdótica aún en ese año muy avanzado del S. XX.

De las notas del trabajo de producción de ese micro radial emitido el 6 de julio de 1974 extraemos los datos que exponemos y que en definitiva están basados en testimonios directos de personas que presenciaron y que conocieron a los personajes a los que refieren. Al parecer este contenido fue también publicado más tarde en la columna “nuestra tierra colorada” del diario “el Territorio” en febrero de 1979

El periodista cuenta que fue el comandante Flores el jefe de la subprefectura local, quien recibió y repartió entre familias patricias posadeñas a la pequeña partida de indiecitos. Lamentablemente, no menciona cuantos eran ni sus nombres, tampoco sabemos exactamente el año, pero creemos que debió ser durante la segunda década del s. XX

El eje central de la narración es un “Niño pampa” al que el periodista considera “personaje típico” Y que como única explicación de esta presencia de un menor indígena originario de La Pampa en  regiones subtropicales como Iguazú o Posadas, toma una postura tan des comprometida e indiferente ante semejante vulneración de los principios básicos de los derechos humanos como así también de los derechos del niño, y a la presencia aquí de este huérfano como considerándolo meramente tangencial e irrelevante la resume simplemente con estas palabras “era un indio pampa que, como consecuencia de una larga historia había venido a parar a Misiones”

El periodista recuerda que la “primera vez” que lo vio fue cuando él era niño y fue “de vacaciones” al Iguazú, era una época en la que aún no existía el muelle y “el vapor España” debió atracar en un barranco, entonces cuanta que: “habíamos notado la presencia de un hombre morocho, achinado, muy robusto” era un porteador que descargaba bultos de los barcos  “oímos decir que se trataba de un indio” Sánchez Ratti afirma que no lo recordaría a no ser por haber presenciado una situación que le quedó grabada en sus recuerdos de niño.

Relata que “era costumbre […] de los marineros el gastarle bromas a tal personaje” presenció una de ellas cuando en ese momento oyó “fuertes gritos de advertencia” y se escucharon las palabras “¡Cuidado Chinflote…! ¡Chaque Chinflote…!” seguidamente “vino un tronco rodando de lo alto del barranco para estrellarse con fuerza en cercanías del hombre. Había sido empujado por los marineros para asustarlo. Era la broma de turno. Pero resultó que el viejo y podrido tronco albergaba en su interior una colonia de Mangangás temidos abejorros de la selva, que con el golpe que partió el palo salieron de su nido atacando fulminantemente al pobre indio, que huyó despavorido para revolcarse en la arena en su desesperación”.

Luego cuenta que los mismos marineros lo llevaron al barco para que sea curado de las innumerables picaduras de abejas silvestres, y agrega que “cuando lo vieron después, tenía el rostro notablemente hinchado  en tanto uno de sus ojos ya se había cerrado” entonces pasaba por ahí un canoero brasilero y le gritaba “mastigue guanchuma seu Chinflote y vote a mascada..” que traducido sería “mastique escobadura don Chinflote y póngase la mascada…” de ese modo le aconsejaba un viejo y conocido remedio casero regional para la picadura de insectos.

¿Cómo había ido a parar al Iguazú ya de Muchacho Chinflote? Una familia de origen uruguayo que había venido con posterioridad a la guerra de la triple alianza se había asentado en la zona y se enriqueció con la explotación de la yerba mate luego incursionaron en el negocio hotelero abriendo uno de los primeros alojamientos destinados a recibir y albergar turistas en el Iguazú. “Chinflote era […] uno de estos indios pampas que había sido entregado a la familia de don Leandro Arrechea con quien estaba en puerto Iguazú [] vivió largos años en el Iguazú” regresó a Posadas, no a La Pampa cuando el patriarca de los Arrechea volvió de su frustrado emprendimiento turístico.  

La Familia Sanches Ratti no estuvo ajena a aquella repartija de peones de patio realizada por el sub comandante de prefectura de entonces, el periodista cuenta “Nuestra madre eligió uno de ellos” según él, este  “fue criado en nuestra casa como un hijo más” pero también informa que cuando este llegó “a la pubertad hizo su tuberculosis y falleció” a pesar de los cuidados, aclara y esboza una explicación “el flagelo se cobra sus víctimas entre los componentes de estas parcialidades americanas primitivas, carentes de defensas orgánicas” “Se llamaba Hilario Yankakeo”

Para finalizar rescatamos que el periodista vuelve a ver a Chinflote “muchos años después de aquella primera vez” que lo viera de niño en Iguazú. Cuenta “lo encontramos también en el puerto [de] Posadas” pero “más gordo… más viejo… se veía que los años no habían pasado en vano y habían dejado sus huellas, como también lo había marcado la dura vida del Alto Paraná” recuerda que “como costumbre silbaba seguidamente una rara tonada cuyo motivo principal repetía constantemente.” Y esa era la razón de su extraño apodo tan extendido que con el tiempo ocultó su nombre y lo dejó en el olvido, lo llamaban Chinflote porque le “gustaba Chinflar” que es probablemente una palabra deformada por el portuñol que se hablaba en la triple frontera y que deriva de la palabra “Chiflar” en castellano.

¿Quién pudiera saber qué ritmos silbaba o chiflaba “Chinflote”? ¿Acaso era unas tonadas proveniente de algún ritual del su cultura natal? Tal vez esto lo calmaba o lo reconfortaba ante la tan difícil situación que le tocaba vivir solo, alejado de su familia en el alto Paraná ¿Una antigua canción de Cuna, quizás el único recuerdo que tenía de su madre? Nunca lo sabremos.