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Llegó desde Lyon, trabajó para Napoleón III y dejó una huella imborrable en la cartografía, la colonización y la vida cotidiana del antiguo Territorio Nacional de Misiones. Su legado aún late en los pueblos que ayudó a delinear y en las tierras que poblaron las primeras familias.
Hablar de los orígenes de Misiones es hablar de pioneros. Entre ellos, el nombre de Francisque Marie Teofile Fouilliand aparece como uno de los grandes protagonistas, aunque muchas veces relegado a pie de página. Nacido en Lyon, Francia, este ingeniero y agrimensor llegó a la región a fines del siglo XIX, tras haber trabajado bajo el ala de Napoleón III.
Su historia en tierras misioneras comenzó con fuerza en 1895, cuando fue designado Jefe de la Mesa de Tierras y Secretario interino de la Gobernación. Apenas un año más tarde, en 1896, se le encomendó una tarea crucial: deslindar el Territorio Nacional de Misiones de la provincia de Corrientes, un trabajo clave para ordenar jurídicamente las tierras en disputa.
El ingeniero no se limitó al papel y la cartografía. En el año 1900 adquirió un extenso campo de 1.904 hectáreas en Villalonga, al sur de Posadas, que destinó principalmente a la cría de ganado vacuno y equino. Allí, según él mismo sostenía en sus conferencias, garantizaba la base material para el crecimiento urbano: “No se puede edificar ciudad sin provisiones de carne fresca”.
Su aporte a la expansión territorial fue enorme. En 1902 tuvo a su cargo la mensura del ensanche de la Colonia de Azara. Más adelante delineó el ensanche de Cerro Corá (1906) y la Vuelta de Ombú, hoy Gobernador Virasoro en Corrientes (1911). Pueblos enteros nacieron de su trazo.
En lo personal, su vida también se entrelazó con la región. El 12 de septiembre de 1902 se casó en Corrientes con María Honoria López Verdier, con quien tuvo cuatro hijos: Raúl, Juan de Dios, Justo Fernando y Augusto Francisco. Parte de sus tierras fueron luego loteadas y vendidas por su descendencia; sobre ellas se levanta hoy el barrio Virgen de Fátima en Garupá, símbolo de cómo la huella del pionero sigue viva en el presente.
Fouilliand no pasó desapercibido en su tiempo. Fue reconocido con medallas internacionales en París (1892 y 1893), en la Exposición de San Francisco (1895) y en la Exposición Internacional de Higiene de Buenos Aires (1910). También dejó escrita una Historia de Misiones publicada en 1920 en Corrientes, un testimonio de su mirada sobre la tierra que adoptó como propia.
Finalmente, tras sufrir una enfermedad crónica, falleció en Posadas el 8 de julio de 1921, a los 72 años. Hoy, a más de un siglo de su partida, su nombre aún resuena como el de un pionero que ayudó a trazar no solo mapas, sino también destinos.