El P. Bartomeu Melià tuvo la gentileza de responder a nuestro mail y muy generosamente nos compartió su artículo sobre el tema que recientemente analizamos, los guaraníes y el Fútbol, lo exponemos aquí tal cual nos lo envía. Vaya nuestro reconocimiento y gratitud para él por toda su magnífica obra.
¡Qué juego extraño ese de los Guaraníes! Lo insólito y curioso, lo que llamaba la atención, era que jugaban pelota no con las manos como los españoles y portugueses, sino con los pies. ¿Cosa de bárbaros?
¿Jugar pelota con los pies?
La cuestión obrera en Misiones no ha sido estudiada desde una perspectiva integral por parte de la historiografía local.
Se han dedicado capítulos o apartados sobre el tema, la mayoría de las veces como parte de investigaciones que trabajan también cuestiones sociales, objetos de estudio similares, tanto desde la historia como desde otras disciplinas, como la antropología social. Por ejemplo, el problema del trabajador yerbatero, desde el mensú hasta nuestros días; o luchas agrarias, como en la década de 1930 y 1970, por citar algunos.
“Ahora es que conozco los hombres, no obstante no los aborrezco, pero no sabría estimarlos” Gervasio Antonio Posadas Memorias - 1829
Misiones tiene poco que ver con el 9 de Julio de 1816, y junto a la demás Provincias del Litoral, la Banda Oriental y Córdoba se mantuvieron al margen del mismo. Aunque hoy todos valoramos indiscutidamente al 9 de Julio como una fecha básica del nacimientos de nuestra Nación, en su momento no fue así.
Para marzo de 1816, fecha de inicio del histórico Congreso, representantes de Buenos Aires, Córdoba, Salta, Charcas, Catamarca, La Rioja, San Juan, Tucumán, Santiago del Estero, Chichas, Jujuy, San Luis y Mizque se reunieron en Tucumán. La mayoría Abogados y sacerdotes, todos blancos.
Mientras tanto la Liga de los Pueblos Libres, en el Congreso de Arroyo dela China, planteó una año antes la la constitución de un estado Soberano, Republicano, Democrático y Federal, el Congreso de Tucumán que finalmente proclamó la Independencia, se inclinó por orientar el nuevo Estado hacia el Unitarismo, la Monarquía y el sistema representativo.

Frente a Villa Encarnación, sobre la margen izquierda del caudaloso Paraná que allá tiene una anchura de 3.000 metros, y arriba de la barranca, la antigua Itapúa argentina, hoy Posadas, yergue su población moderna entre eucaliptus y casuarinas que le dan un aspecto simpático y halagador.
Posadas tiene apenas 20 años de vida real y hoy es casi una ciudad. Posee dos plazas, una de ellas, la de la Gobernación, más hermosa que cualquiera de las de nuestra capital.
Tiene luz eléctrica, con la particularidad de que cada pilar está rodeado de un pequeño cúmulo de tierra en el cual han plantado enredaderas que, trepando por el pilar le dan el aspecto de una columna de follajes. De noche presenta una vista fantasmagórica.
La Liga Patriótica Argentina fue una organización ultranacionalista, reaccionaria y xenófoba, fundada en enero de 1919, en circunstancias de los desenlaces de la huelga de los obreros metalúrgicos de la empresa Vasena en la ciudad de Buenos Aires, conocida en la historia argentina como la Semana Trágica. Tenía como objetivo atacar a la clase obrera, porque entendía que allí estaba el foco del peligro de la revolución bolchevique. Pero de la ideología se pasó directamente al racismo, dirigiendo sus embestidas sobre las comunidades judías, ya que muchos de ellos llegaban con pasaporte ruso.
De fuerte impronta ultranacionalista, entre sus promotores estuvieron el almirante Domecq García, el sacerdote monseñor Miguel de Andrea, el naturalista perito Francisco Moreno y otros personajes conocidos de esa época, asociados a los sectores de elite tradicionales de Argentina. Su presidente, el radical y diputado nacional Manuel Carlés, sentía gran desprecio por las ideologías proletarias y un profundo odio por los militantes anarquistas, socialistas y comunistas, a quienes no consideraba como legítimos obreros, sino como a peligrosos agitadores antiargentinos.
En principio el título de este artículo parecería muy grandilocuente pero esa sensación se debe al desconocimiento que aún existe sobre la realidad histórica del hecho al que nos vamos a referir que justifica plenamente la expresión.
En el Museo Udaondo en Lujan, provincia de Buenos Aires, se conserva una imagen que ha despertado entre los investigadores de la historia del arte, tanta admiración como polémica. Se trata de una pintura al oleo sobre lienzo de pequeñas dimensiones, 20 cm. de ancho por 24 cm. de alto. Un retrato de la “virgen María”, que para el académico Darko Sustersic constituye la “primera pintura de la historia del arte rioplatense”[1] y “Una iconografía bizantina reinterpretada en las selvas sudamericanas”[2]
Aunque generalmente se la conoce como la “Virgen de Habiyú” es posible encontrar referencias a ella con otros nombres como “la ‘Verónica’ del museo Enrique Udaondo”[3] o “Mater Dolorosa”[4]. En función del aspecto que queremos explorar en este trabajo nos referiremos a ella como “la Virgen de Habiyú”.